miércoles, 31 de octubre de 2012

Solarium

Llevábamos meses sin vernos, y muchos años sin charlar tranquilamente.
Desde hace unos días estoy de visita en su casa, y a pesar de ello aún no hemos tenido ocasión de estar ni hablar a solas. Estamos a final del verano, principio de septiembre. Por fin, una tarde me animo a acompañarle a la terraza dónde habitualmente descansa después de comer, y toma el sol. Hace un rato que ha subido.
Aviso desde abajo:
- Puedo subir contigo?
- Claro, faltaría más.
Me sorprende que estando él sólo allí,  lleve el bañador puesto.
- Aquí llevas siempre puesto el bañador, o te lo has puesto porque yo subía?
- Bueno, después de tanto tiempo no me ha parecido correcto recibirte desnudo.
- O sea, que ya no tienes confianza conmigo.
- No es eso. Es... digamos, pudor.
- Pudor? A tus años? Conmigo? Si te interrumpo y alteras por mi culpa tus costumbres, me voy.
- No, no te vayas, por favor.
- Pues venga, ponte cómodo.
- Vale.
Se quita el bañador, y efectivamente compruebo que el moreno es uniforme, sin cortes en la cintura y muslos, lo que demuestra que habitualmente se asolea sin nada puesto.
Y además, y esto sí que es una sorpresa... lleva el vello púbico arregladito. Muyyy arregladito.
- Y eso? Digo, señalando su sexo.
-  No es la primera vez que lo ves, ¿no?
- Bueno, hace años desde la última vez que lo ví. Me refería al peladito. Eso sí es la primera vez que te lo veo.
- ¡Vaya! ¿Era por  eso or lo que te cubriste al subir yo? Hace mucho que te lo recortas?
- Un año, más o menos
- ¿Y cómo te dió por ahí?
- Bueno... un día decidí probar, y me encontré bien. Sobretodo me gustó el tacto al pasar mis manos. Supuse que también gustaría al quién me acariciada o me besara.
- Y le gustó a ella?
- Mejor le preguntas a ella.
- Prefiero que no sepa quelo sé. En todo caso, supongo que la respuesta es sí, pues has seguido haciéndolo desde hace un año.
- A veces uno se acicala simplemente para verse guapo y alimentar su propia autoestima, independientemente de lo que opinen los demás en general,o de lo que lo aprecie la pareja. ¿tú no te has arreglado nunca para tí misma, para verte estupenda, aunque no vayas a salir?
- Vale, lo dejamos ahí. Tienes razón. Pero no quiero dejar el tema sin decir que te queda muy bien así. Además, el árbol sin matorral se ve aún más espléndido.
- Gracias por el cumplido.
- No es un cumplido
- Gracias otra vez. Bueno, ¿tú no vas a tomar el sol? ¿Yo aquí desnudo y tú vestida?
- ¿Y cómo se supone que debo ponerme? ¿Al natural o voy por el bikini?
Evidentemente, la pregunta era absurda, me dí cuenta aún antes de acabar de pronunciarla.  Algunos años atrás, y durante algunos veranos, habíamos ido  junto a nuestra respectivas parejas a una playa nudista, y aunque por vivir lejos ya no íbamos juntos a la playa (ni a ningún otro sitio), hubiera sido ridículo ponerme un bikini estando él desnudo.
Así que empecé a quitarme la ropa: sandalias, camiseta, vaquero, braguitas...  
No apartó la vista mientras me desnudaba, me miraba con la mayor naturalidad. Como siempre. Así que, después de tanto tiempo, nada había cambiado. ¿O era curiosidad por ver cómo había pasado el tiempo por mi cuerpo? Así que me quité lo único que me quedaba: el sujetador.
- Veo que tú también tienes novedades.
- Ya lo sabías, ¿no? Además, recuerda que en una ocasión me ofrecí a enseñártelas, y no quisiste.
- Convendrás conmigo en que no era la mejor ocasión, no es lo mismo verte así, entera al natural, a solas, que me enseñes solamente una parte y delante de otra persona, como si me pidieras opinión acerca de cómo te queda un vestido. También es verdad que si entonces hubiera sabido que pasaría tanto tiempo hasta tener otra oportunidad, me lo hubiera pensado dos veces antes de decir queno. Sea como sea, están preciosas, y tú en general estás estupenda, mejor que  en las fotos. Mejoras con los años, como el buen vino.
¿Fotos? No sabía a qué fotos se refería. No recordaba haberle mandado fotos de playa ni posados íntimos; supongo que alguna que habría enviado con bañador o camiseta, en la que se marcaran mis pechos o se apreciara su silueta. En todo caso, preferí no indagar, y cerrar el asunto.
- Gracias, viniendo de un erotómano como tú, es todo un cumplido.
- Sabes que, como buen erotómano, sé apreciar el atractivo de una persona y su sensualidad más allá de su físico, es algo que llevamos siempre puesto para quién sabe verlo. Y si a ese morbo que sin querer exhibimos, añadimos un cuerpo cuidado, el resultado es aún más agradable.
- Para quién sabe verlo? Yo diría más bien que ante quién una quiera. Yo no despliego mis encantos ante cualquiera. Ese morbo que tú dices que exhibimos, yo diría en cambio que "sacamos" según a quién tengamos enfrente, incluso cuándo nos apetezca, pues aun estando con la misma persona, no siempre nos apetece "transpirar" la misma intensidad de atractivo.
- Eso ya es cuándo entramos en el terreno del flirteo. Yo hablo de lo que se percibe de personas en su estado natural, sin poses.

Continuará

miércoles, 17 de octubre de 2012

Madrugá

Como cada mañana desde hace unos días, despierto de madrugada con la parte más flexible de mi cuerpo en todo su esplendor.
Hoy, al girarme me encuentro con tu cuerpo, blandito y caliente esperándome en la parte de mi cama habitualmente vacía.
Hhhmmm! Qué bien hueles! Refugio mi pecho en tu espalda, mis brazos rodean tu vientre, mi verga se acomoda entre tus nalgas, mi boca se acerca a tu oído,  y susurro: - Duermes?
En respuesta, tus manos se deslizan entre tus muslos hasta alcanzar mi sexo, desincrustarlo del valle posterior y  llevarlo a tu cueva que ansiosa le espera. Cálida y húmeda lo recibe y calma el dolor de tanta espera y  sangre acumulada que amenazaba con reventar.
Agradecido, te llena una y otra vez, se mueve no adentro y afuera, si no dentro y más adentro, explorándote sin apenas salir  unos milímetros de tan acogedor lecho. Mis manos se prenden a tus pechos, mis labios mordisquean tu cuello, alcanzan tu oreja:
- Gracias por colarte en mi vida, por calentar mi cama, por encender de nuevo tu deseo para anhelar mi cuerpo.
Giras la cabeza para intentar besarme. Apenas conseguimos rozar nuestras lenguas, que sedientas se buscan. Desistimos...
Empujo tu espalda hasta plegar tu cuerpo en ángulo, con las caderas como vértice. Sin salir de tí, giro para colar mi tronco entre tus piernas, y aparecer ahora frente a tí,  asciendo, llevando con mis manos tus dos globos a mi boca, que golosa los devora enteros, primero el merengue y después las guindas. Mis labios sólo las sueltan para, ahora sí, fundirse con los tuyos, las lenguas ardientes se enredan, ora en tu boca, ora en la mía. Somos un manojo de manos, brazos, piernas; y en el centro de todo, nuestros sexos fundidos  que se empujany al mismo tiempo se absorben. Generan tanta energía que ascendemos, ascendemos en una vorágine abrasadora de pasión y lujuria que funde también nuestra piel en una sola, nuestra carne en un solo ente sin forma, sólo un deseo de sentirnos más dentro del otro.
Del cariño y la ternura pasamos entonces...
..  al arrebato y el desenfreno.
De la unión sin apenas movernos,
a la  cópula salvaje,
cuerpos ardientes,
sudorosos,
bocas hambrientas
que se devoran,
lenguas  procaces,
manos que estrujan,
piernas abiertas,
sexos que entrechocan,
cuerpos que giran sin separarse.

salgo despacio de tu cuerpo
abandonándote casi por completo,
para volver a entrar
aún más despacio
para que me sientas abrirte
con mi fierro candente.
Tu respiración se acompasa
a mis embestidas
exhalando cuando empujo,
ahhhhhhhhhhh
tomando aire con la boca abierta
AAAAHHHHHH
cuándo, al llegar adentro,
pulso con fuerza mi base
sobre tu punto más sensible,
frisándolo en círculos,
sintiéndolo vibrar y apretarse
tanto contra mí
Te observo mientras
cierras tus ojos
para no perderte detalle
de las sensaciones de la piel.

Sin palabras vamos
apurando el ritmo.
Me rodeas con tus piernas
para sentirme aún más adentro.
Mis puños a los lados de tu cintura
sujetan tus caderas
para clavarme aún más en tí.
Tus manos prendidas de mis hombros
te elevan hacia mí
para otra vez devorarme
mientras seguimos
arriba abajo
arriba abajo
en cópula animal
Suspiros AH ah ah ah ah ah
entrecortados,
uno por empellón.
Bajas de mi cintura tus muslos
que se tensan al estirar las piernas
tus manos bajan hasta mis nalgas
que agarras con los diez dedos
a la vez para
apretar mi sexo contra el tuyo
y frenar las embestidas.
Te veo subir, subir...
y voy aflojando el ritmo, pero
aumentando la presión,
recreándome de nuevo
en el contacto con tu vértice
que siento duro en la piel
de mi pubis libre de vello,
carne con carne.
Tus ojos siguen cerrados
echas la cabeza
hacia atrás estirando el cuello
que se me ofrece
y tomo en mi boca
tras dejarme caer sobre ti
para que sientas
mi cuerpo entero.
Noto todo el tuyo vibrar,
el aire pasar por tu cuello
cada vez más aprisa,
más aprisa...
y me incorporo de nuevo
sobre mis puños
justo al tiempo
Mhhhh Mmmmmmhhh
que te llegan los espasmos
más deliciosos
Mmhhh  Ahhh MMmmhhhh
que sacuden todo tu cuerpo
y transforman tu rostro
al llegar a él desde tu sexo...
Mmhhhh Ahhh mhhhhh
la pétite mort.

Sin salir de tí
Beso tus ojos cerrados,
tus mejillas,
saboreo tu cara entera,
tu cuello
con mis labios abiertos
busco los tuyos
y nos unimos de nuevo
boca con boca
cuerpo a cuerpo
sexo con sexo
mano con mano
entrelazadas para no caernos
de tan alto.
Permanecemos inmóviles
solo nuestras lenguas ávidas
se buscan como la primera vez.

Estamos pegados por
nuestros humores,
que se han fundido
entorno a nuestros sexos,
soldándolos.
Mi palo, rígido, sigue dentro de tí
y se agita de nuevo.
Tu cueva despierta
y otra vez se esponja.
Empujas mi pecho
para despegarlo del tuyo
otro empujón y
caigo a tu lado de espadas
con la verga erguida
apuntando al cielo.

-Ahora me toca a mí.

Y te subes a horcajadas.
Tus pechos rozan los pelos
del mío,
tus pezones buscan los míos
tus labios alcanzan
de nuevo a besarme
tu sexo se muestra
abierto desde arriba
al mío que le espera.
Abandono tus labios,
sediento busco tus pechos
con mi boca,
me deleito con tan
dulce manjar...


Enviado por un lector que quiere permanecer anónimo. Lo dedica a quién, dice, si lo lee, se reconocerá.
No nos manda fotos, así que si quieres mandarnos alguna para ambientar tan caliente cuento...

domingo, 7 de octubre de 2012

110 y sex. Soñaba


Beaulog  Brummel  http://yebeaulog.blogspot.com.es/2012/09/ciento-diez-y-sex.html 

nos propone un juego: Un cuento con 116 palabras.

Este es el mío:

Te pasa algo?
Por?
Te agitabas.
Soñaba
UY, cómo está esto! Qué soñabas?
Estábamos en un baile.
Bailábamos juntos?
No, tú con una chica y yo con otra.
Por lo que veo tu compañera bailaba muy bien
Muyy bien. Apenas movíamos los pies.
¿Entonces?
Su pierna entre las mías, su pecho pegado al mío, se rozan nuestras mejillas, hasta que los labios se encuentran y permanecen ahí, al borde unos largos segundos, mi mano pasea por su cadera bajo la abertura del vestido. Mi sexo se yergue y se orienta  en dirección al suyo, separados y aprisionados por sendas telas que no les impiden sentirse, acariciarse. Nuestras bocas se abren, nos mordisqueamos las comisuras,  los labios...

viernes, 5 de octubre de 2012

Masaje IV. Completo


Si quieres empezar por el principio, ve a aquí: http://erodisea.blogspot.com.es/2012/03/el-masaje.html

 Las fotos han sido enviadas por Belkis, siempre tan amable





Nos levantamos del sofá, pues, y nos vamos al dormitorio de invitados, que ella conocía muy bien, y estos días ocupaba yo.
Me entretengo un minuto recogiendo algunas cosas, y cuando llego, veo su espalda ya completamente descubierta, y el vestido saliendo por su cabeza.  El sostén salía junto con el vestido, y las bragas a continuación. A continuación, se tumba ya desnuda boca abajo en la cama. Pienso: ¡Qué rapidez! Bueno, mejor así, porque si me hubiese pedido ayuda para soltar o quitar alguna prenda, es más que probable que se hubieran precipitado las cosas, y aplazado el masaje.
Tranquilamente, busco el bote de aceite, vierto un poco en mis manos, froto una
contra otra con el aceite en medio para calentarlo, y empiezo a extenderlo por sus pies y piernas. Repito la operación, tomo más aceite, lo atempero entre mis palmas, y con firmeza y pasadas largas voy  subiendo por su cuerpo. Aparta la abundante y espesa melena azabache para permitirme llegar hasta sus hombros.
El aroma a jazmín, madreselva, lavanda... va llenando la estancia  y endulzando el ambiente. Sigo con pasadas largas y rápidas sobre su piel, para calentarla, abrir sus poros, permeabilizándola para que se empape de aceite, y preprarando así los músculos para recibir el masaje.

Una vez tonificada la piel, tomo ambos pies con mis manos (derecha - derecho; izquierda - izquierdo) y comienzo a amasar: El pulgar sobre las plantas, los otros dedos en el empeine. Lenta pero profundamente en la planta; más ligero en el empeine. Bajo a sus dedos. Los amaso de forma simétrica. Primero los dos gordos a la vez, uno con cada mano, luego el siguiente, el otro, hasta el chiquitito, en el que me entretengo un poco, y regreso en sentido inverso, uno a uno, incluido los intersticios entre ellos, así hasta llegar de nuevo al gordo, sin prisas, sin dejar ni un milímetro de piel. Otra vez las plantas, un poco más lento que antes, y un poco más profundo. Los tobillos, los talones. Los rodeo e hidrato bien. Pantorrillas. Subo presionando por atrás los gemelos, bajo ligero por sus laterales, para facilitar la circulación  venosa de retorno, una y otra vez. Las corvas. Suavemente,s ólo los pulgares moviéndose en círculos- la derecha en sentido de la agujas del reloj, la izquierda al contrario. Los muslos, al igual que antes las pantorrillas, ambos simultáneamente, fuerte con la palma por detrás y el pulgar en el interior hacia arriba hasta el borde de las nalgas, suave el pulgar detrás y dedos por fuera hacia abajo, varias veces hasta las rodillas, y luego una larga, de nuevo a los tobillos, y otra vez hasta arriba, pero ahora con los pulgares por el interior. Al  subir muslos arriba, sus piernas se abren para facilitar el deslizamiento de mis manos;  hasta que al llegar a la ingle, tan franco estaba el paso, que lucía, gloriosos entre esos muslos, una concha cerradada y  peladita, peladita. La bordeo y subo por las nalgas,  de nuevo los pulgares por el  borde interior de las pompis, abriéndolas y  acercándose, aunque  sin rozar el violáceo círculo que ahora queda a la vista entre ellas; amaso los panes redondos de sus nalgas como un panadero experto amasa dos hogazas a la vez, una con cada mano. Subo espalda arriba, cada pulgar por un lado de la columna vertebral, abarcando ambos músculos en amplios círculos, desde el centro de la espalda hasta los costados. Al frotar el aceite incrementando más aún su temperatura, aumentan también la cantidad y matices de los aromas que desprende. Llego a los hombros, amasándolos con firmeza, desde el brazo al cuello y viceversa, desde el omóplato a la clavícula . Su piel ungida se desliza muy suavemente bajo mis manos, por lo que puedo apretar un poco más cada vez. Veo el perfil izquierdo de su cara, relajado y con los ojos cerrados. Sus labios tan apetitosos, unidos, pues hasta los mmmmmhhhh eran nasales. Tomo más aceite en mis manos. Vuelvo a ponerlas en sus hombros, y bajo por ambos brazos, dejando un rastro embriagador. Llego a sus manos, entrelazo mis dedos con los suyos, los apreta. Con ese apretón de mis manos entre las suyas lo ha dicho todo. Le sientan bien mis atenciones, le gusta. Mi autoestima, maltratada durante tato tiempo, ha renacido hoy gracias a un encuentro fortuito, a la confianza que ha puesto en mí, y al reconocimiento que me transmite con ese prender mis dedos con los suyos.
Vierto más aceite,mucho,  sobre su espalda, siguiendo la línea dorsal de abajo arriba. Lo extiendo hasta cubrir toda su espalda, y me tumbo sobre ella. Tomo de nuevo sus manos con las mías, mis brazos sobre los suyos, mi pecho en su espalda, mis piernas sobre las suyas, empapándome así yo también de ese aceite de la vida tomado de su piel. Y mi sexo...  pues evidentemente, sobre su culo, aunque sin aceite, pues aún está enfundado en su prenda. Alcanzo con dificultad sus labios, que por primera vez rozo con los míos. Suelto sus manos, y me retiro hacia atrás, con la boca muy cerca de su piel, soplando, con los labios muy juntos, aire muy frío a lo largo de su columna, desde arriba hasta abajo . Los pulgares siguen a mi boca, aplicando de nuevo aceite, contrarrestando así rápidamente la sensación de frío anterior.
aceite2.jpgLlego con mi boca a la altura de las nalgas, que separo con ambas manos, para seguir soplando por su centro.  Sus caderas se arquean, elculo sube, para poner  mi disposición sus otros labios. Al llegar a ellos, abro mi boca y sigo exalando, pero ahora mi cálido y húmedo aliento sobre ellos, que esponjosos, se abren para recibir mi calor. Caigo entonces en que estoy a punto de comerme su cuca, sin haber besado sus labios.
- ¿Y si después no le gusta el sabor de su sexo en mis labios? Pienso -Hay mujeres a las que les  desagrada el olor de su sexo, y no les gusta besarte después de un cuni-

Desando entonces el camino andado, vuelvo a subir soplando finamente al paso de mi boca, para adelantar una pizca del estremecimiento glorioso que puede subir en breve, pero esta vez más rápido. Noto como se eriza toda su piel, por lo que cubro de nuevo su cuerpo con el mío, compartiendo de nuevo el aceite que nos une y emborracha. LLego de nuevo hasta sus labios con los míos, y sólo entonces me bajo de su espalda para tumbarme  su lado. Se gira para quedar frente a frente, nos fundimos en un abrazo, y mi pecho se restrega con el suyo (los suyos), devolviéndole el aceite que tomó prestado de su espalda. Al mismo tiempo, nuestras bocas se buscan  y nos devoramos como si hubiéramos estado esperándonos desde que nos conocimos. Besos profundos, ningún rincón de nuestras bocas quedó por explorar; besos largos, largos, sin interrupción estaba acostumbrado a que me cortaran los besos, expulsándome de la boca,  ella sólo cambiaba sus labios (Ahhhhh.... por fin, sus labios) y su lengua de sitio, pero en ningún momento dejaron de tener contacto con los míos. Saboreo el elixir que emana esta fuente de jade, que me revitaliza y fortalece, como mágica pócima del más sabio druida.
Mientras, nuestras manos acariciaban cuánta piel del otro son capaces de alcanzar.
Sus caderas, muslos, costados, pechos, sus gloriosos pechos. Que los tenía enormes, era evidente en público, pues semejante  tamaño era imposible de disimular, pero además eran muy, muyyyy sensibles. Los tomé con mis manos, acerqué mi boca, paseé mis labios por las areolas, grandes incluso para su talla, primero una, luego la otra, sin detenerme aún en los pezones, que  asomándose me llamaban. Acaricia mi pelo, amaso su spechos uno contra otro, y ahora sí, tomo alternadamente sus pezones en mis labios, suave, suavemente, para ir apretando un poco más en cada cambio. Bajo besando su cálido vientre, su acogedor ombligo, embadurnando mis labios de aceite ardiente, sus ingles, sus muslos, entre los que me coloco, besando uno, otro, uno, otro, que se van abriendo de nuevo para ofrecerme el manjar más exquisito de su cuerpo. Mis labios se acercan poco a poco, vuelvo a acariciar con mi aliento, cada vez desde más cerca, hasta rozar sus labios íntimos con los míos. La ausencia de vellos me permite recorrerlos en un susuro, acariciándolos como una pluma,  de abajo arriba.  Se abren y yo acepto la ofrenda y beso lo que se me brinda, despacio, sólo con mis labios, de seda por el aceite que los cubre, recogido a lo largo de su cuerpo. Sorbo con mis labios  la miel que me regala su vulva,  y llego así al vértice de su sexo,  aún refugiado en su nido, que beso suavemente, humedeciéndolo con el interior de mis labios. Agradecido, descubre la perla que cobija dentro, que tomo delicadamente con lo más tierno de mis labios. Al rodear esta joya  para besarla, queda en el interior  atrapada  entre ellos, que a su vez llegan así abiertos a besar el sexo que lo alberga. Me desprendo del botón que me hechiza, y bajando con mi lengua marco el centro de arriba abajo, hasta encontrar la cueva por la  que me adentro. Mis dedos juegan untuosos en el agujerito de atrás, rodeándolo y llamando en el mismo centro con la yema de mi meñique, con toques cortos y rápidos.

Mi dedo corazón llega al hueco ocupado por la lengua, que le cede su abrigo, y llegando más adentro. Sube de nuevo mi boca labios arriba,  esta vez succionando sus labios al tiempo que la lengua presiona un poco más el centro, hasta llegar de nuevo a la cima. En el mismo instante que mis labios toman de nuevo el punto mágico, mi dedo se introduce hasta el fondo de su vaina despacio, pero firmemente, curvándose sus falanges al llegar al fondo, y salir así, para volver a empezar.
Con la pipi entre mis labios, saco la lengua para un contacto más fuerte, hasta acompasar lengua y dedo, de tal forma que cuando uno se relajaba, el otro apremiaba,  y viceversa, sintiendo cómo su cuerpo está se ha acompasado tan bien al ritmo, que más que contonear, seserpentea para sentir cada caricia, cada beso, cada lengüetazo. Su pelvis empieza a acelerarse, virando sus contorsiones hasta un  movimiento exclusivamente vertical. cuni.jpg

Acompaso mis movimientos a los suyos, siguiendo lo dictado por la sincronía que hemos llegado a establecer en tan sólo un momento de contacto físico. De tal forma que, en una de las salidas del dedo corazón de su interir,  mi anular le acompaña esta vez al interior, moviéndose en el mismo con vida propia, cada uno por un lado, abarcando así cada terminación nerviosa, una y otra vez.  Mientras, la lengua actúa por sí misma, de nuevo a unísono, las caderas suben y bajan ahora con fuerza, su respiración se entrecorta, por momentos se detiene,  arriba para reanudar con suspiros cortos y cada vez más frecuentes HAh........, HAh......... Hah,..  . Ah.:: Ah... .

Mi mano libre busca su pecho, de nuevo paseo mis dedos por su areola, atrapo el pezón entre mis yemas. Son tres instrumentos pues los que ahora simultáneamente interpretan esta lúbrica sinfonía con y sobre su cuerpo. Toma con sus manos mi cabeza, sin forzar, sólo para indicarme el ritmo, que va in crescendo, desde el adagio al allegro luego al vivace, de allí al presto, prestíiiiiiiiiiisimo...................., explotando en un volcán  que  expulsa mis dedos de su interior, para de un golpe devorarlos de nuevo. AAaaaaaaaaaaaaaaHHHHHHHHHHHH,   AAAAAaaaaHHHhhhhhh, AAAAAaaaaaHhhhhhhhhh, AAaaahhhhhhh, Aaaaaaahhh....
Sólo detengo mis dedos y separo mis labios cuándo noto que el contacto ya no le es tan agradable  al punto dónde en segundos han convergido todos los nervios de su cuerpo, para transmitir como un rayo esa  explosión a  cada una de sus células.
Trepo por la cama, y llego de nuevo ante ella, que me recibe con el beso más tierno, más húmedo  (en esto yo aportaba lo mío, es decir, lo suyo). De nuevo un beso largo, laaaaaargo, profundo, , solo nuestros labios y nuestras lenguas se hablan sin separarse un segundo. Nos abrazamos sin apenas movernos esta vez, no podríamos, el aceite ha fundido nuestras pieles una con otra.

Nada me debía por el masaje, pues yo lo había ofrecido para tonificar su cuerpo y sin contraprestaciones.

Ahora bien, con  este beso en el que se fundían miles de besos, este abrazo cálido sellaba la complicidad alcanzada en tan corto espacio de tiempo, me daba por generosamente re-compensado.

Este beso sellaba la recuperación de mi autoestima, recién renacida. Por fin alguien apreciaba el cariño que podía dar, el bienestar y la felicidad que podía transmitir.


Dedicado a M, de quién tan grato recuerdo guardo.
Y a M, con todo el cariño. Recuerda: Mientras lo sueñes, es posible. 

Gracias amable lector/a, por acercarte hasta aquí a leerme, a pesar de mis ausencias. 
Si observas en este u otro texto de este blog alguna falta, te agradezco me lo hagas saber para corregirlo.